¿Recuerdas cuando Carrie en Sexo en NY se probó aquel traje de novia horroroso y de repente le entraron unos picores que no podía con su cuerpo? Una urticaria, unos granos, una picazón que atravesaba la pantalla. A la pobre muchacha le tuvieron que arrancar el vestido.
Cuando cumplí 16 años, cada vez que me ponía unos pendientes, ya fuesen «buenos» o malos, las orejas me ardían. Problemas del primer mundo: una puede vivir sin pendientes, ¿no? Había tantos pendientes que quería ponerme,… de aro pequeños, con un papá noel, damasquinados de Toledo… yo quería pendientes. Costó casi dos lustros, pero lo solucioné. Comencé a usar pendientes de acero quirúrgico. Poco después, mi oreja había decidido que ese objeto extraño ya le era afín y me permitió presentarle otros metales que no eran acero, sino plata, oro, bañados en oro. Un match. Ese fue el comienzo de mi pasión por los pendientes y de una colección que crece con cada viaje que hago. Así es como nace Doblecroché, para traer un poco de artesanía a todos los armarios, joyeros y roperos.
Me llamo Sandra, soy diseñadora gráfica a tiempo parcial y artesana a tiempo completo.
Citas célebres: